Por JOSE SAMANIEGO PONCE
Al presentar la proforma presupuestaria para su aprobación en la Asamblea Nacional, el gobierno reveló lo que cree que va a pasar en la economía en el 2014: un precio de exportación del barril del crudo de 86,4 dólares por barril promedio anual; un crecimiento de  la economía que se ubicaría entre el 4.5 y el 5.1% y una inflación que subiría respecto del nivel de diciembre del 2013, al 3,20% en el próximo año. Todo daría lugar a pensar, según la visión del gobierno, que el 2014 será un año con un comportamiento muy similar al 2013 en términos de crecimiento económico e inflación.
Aunque a simple vista parezca que el comportamiento de la economía para el 2014 luce predecible y favorable en el corto plazo, hay algunos elementos que empiezan a ser fuentes de preocupación y que podrían generar serias distorsiones en el mediano plazo.
El primero es el entorno internacional, que hasta hace poco era el mejor el mejor aliado del gobierno, pero que, de a poco, se va convirtiendo en una seria amenaza. Entre 2006 y 2011, el crecimiento del precio del petróleo provocó un aumento del gasto y la inversión pública y ello dinamizó la economía. Pero en 2012 y 2013, el precio del petróleo si bien se mantuvo elevado en el promedio del año, ya no creció o lo hizo en valores reducidos.
Hay fuertes razones para pensar que es improbable un nuevo aumento del precio del petróleo. La desaceleración del crecimiento de China y los otros países emergentes; la reducción de la conflictividad política en el medio oriente con la firma del acuerdo nuclear de Irán y la recuperación de las reservas en Estados Unidos y Rusia, son las principales. Adicionalmente, el precio del petróleo ecuatoriano ya no tiene el premio que tenía antes en el mercado internacional. Ahora se vende con castigo y ello ha determinado que durante varios días en las últimas semanas se haya vendido por debajo del precio estimado en el presupuesto.
Si se analiza desde la filosofía económica del gobierno, esta no es una buena noticia. El modelo demanda ingentes recursos para que el estado mantenga su nivel de gasto e inversión y es por ello que para el 2014, el déficit va a sobrepasar los 4.000 millones de dólares y las necesidades de financiamiento los 7.000 millones. Hay un desequilibrio fiscal en ascenso y para financiarlo se va a recurrir al endeudamiento. Cierto es que el país aún tiene margen para aumentar el endeudamiento, pero si se aceptan las propias estimaciones del gobierno, en los próximos 3 años se estará duplicando la deuda pública en condiciones no necesariamente favorables en ciertos tramos.
La otra fuente de preocupación es el frente externo de la economía. Eso se deduce de las afirmaciones del propio ministro de Finanzas días antes de terminar el 2013, que manifestó que el déficit comercial no petrolero es la mayor debilidad de la economía ecuatoriana en el 2014. En este año, el déficit comercial privado (excluido el petróleo) sobrepasará los 9.000 millones de dólares, es decir el 10% del PIB, una cifra bastante apreciable por donde se la vea.
Pero este problema no es por la dolarización como se dijo. Es por el propio esquema de desarrollo implementado por el gobierno que en lo macroeconómico favorece un modelo estado-absorbente, dependiente de las exportaciones de petróleo y los impuestos; que desplaza al sector privado en la inversión y la generación de producción y empleo; y que en lo comercial promueve la sustitución de importaciones y una menor apertura comercial. Es una política económica que tiene una aversión ideológica a los acuerdos comerciales con otros países para ampliar mercados. 
Mientras los vecinos se integran con países o regiones que representan posibilidades reales de ampliación de mercados y complementariedad comercial, Ecuador lo hace por razones políticas de solidaridad sur-sur, que no necesariamente generan valor agregado a la producción y el comercio ecuatorianos.
El Ecuador, al tener una economía pequeña y dependiente del exterior es muy sensible al comportamiento del entorno internacional y este frente es el originador de lo que en economía se conocen como las crisis gemelas: la externa y la fiscal. Ojalá que el mercado internacional no se siga deteriorando para el país y que el gobierno re-direccione el rumbo de la economía. Porque una nueva crisis, sin un solo centavo de ahorro, puede ser dramática para la economía nacional.
En dolarización, la fuente de liquidez para la economía local es el resultado del balance externo que se contabiliza en la balanza de pagos. Si es positivo, la liquidez aumenta y con ella la disponibilidad de financiamiento de la producción. Por el contrario, si el resultado es negativo, la fuente de financiamiento para el aparato productivo se contrae y con ello la inversión y el empleo.
En ausencia de las herramientas que provee la política cambiaria, un deterioro del balance externo, en dolarización, se ajusta con una contracción de la economía, es decir, con desempleo; claro está, en ausencia de mecanismos anticíclicos como los fondos de ahorro macroeconómico que este gobierno los eliminó.
El gobierno tiene dos herramientas para superar el corto plazo. Este 2014 recurrirá al endeudamiento para financiar sus cuentas y aún puede echar mano de la eliminación de los subsidios en el futuro. Pero si los desequilibrios se siguen acumulando, en los años subsiguientes los problemas pueden explotar. 
Pero en política económica siempre existe la posibilidad de la enmienda. Aprender de los errores del pasado, evitar que los desequilibrios crezcan, promover la inversión privada y controlar el gasto público, deberían ser los principios de un propósito de corrección que puede significar el sacrificio de la ideología. Todo por el sentido común y el bienestar de la población.
